viernes, 16 de febrero de 2018

¡Felicidades, D. Elías!

Quisiera rendir hoy homenaje a DON ELÍAS YANES ÁLVAREZ, Arzobispo emérito de Zaragoza, en su 90 CUMPLEAÑOS, una persona excepcional y un buen Obispo, un gran referente para quienes hemos tenido la suerte de conocerle y tratarle. Me gustaría que algún día la historia de España y la historia de la Iglesia española le hagan justicia. Será difícil, porque don Elías ha cultivado poco su gloria y mucho la gloria de Dios.

Le conocí un día de septiembre de 1987, en el curso introductorio al Seminario metropolitano de Zaragoza. Entró a la sala donde donde encontrábamos con su sotana negra, saludó discretamente y empezó a hablar de la dirección espiritual. La verdad es que no fue divertido. Don Elías no solía ser ocurrente, pero sus palabras tenían peso, mucho peso.

Siendo seminarista de Huesca, formado en el Seminario de Zaragoza, tuve la ocasión de conocerlo un poco más. Nos reuníamos, de vez en cuando, una tarde con él. Apuntábamos en una hoja los temas o las preguntas que queríamos plantear, él pedía un tiempo breve para poderlos ordenar y comenzaba a exponer un asunto tras otro. En esos encuentros me impresionó su formación, cuando citaba de memoria la Biblia y el Concilio Vaticano II. También admiré la claridad de sus ideas y principios, así como su capacidad para discernir y aplicarlos a la realidad concreta.

También pude comprobar que ese Arzobispo, serio y a veces frío, también sabía reír a gusto. Recuerdo que en una fiesta de Navidad, en el Seminario de Zaragoza, algunos compañeros le otorgaron el Oscar a la mejor banda sonora original, por la película "El canario que no canta". Pura socarronería aragonesa, porque Elías cantaba bastante mal. Pasó vergüenza, pero ¡qué a gusto reía!

Don Elías es un gran creyente. Aunque algunos malinformados le han tildado de estratega eclesial, la realidad es que Don Elías se ha ocupado, sobre todo, de mostrar el corazón amoroso de la Trinidad y de trabajar por la formación de laicos y sacerdotes. Don Elías creía profundamente en el Evangelio. En una charla a los curas de Huesca, insistió que ante las dificultades y los ataques que sufre la Iglesia, sólo podemos responder desde la mansedumbre y la humildad de Jesucristo y su Evangelio. Al terminar su exposición, un compañero, José Antonio Monreal, le dijo: "el Evangelio es el camino más eficaz, al menos a medio plazo". Don Elías, asintiendo, le respondió sin titubear: "el Evangelio es el camino más eficaz siempre".

Don Elías ha sido y es un hombre de Iglesia, profundamente de Iglesia. Nunca le oí predicar otra cosa que la doctrina de la Iglesia, sin dar espacio a discursos oportunistas y protagonismos personales, sin esconder nada. Don Elías, sabiendo que todo lo que ha podido pasar en la Iglesia, ha pasado, está convencido, y así lo ha transmitido, de que la Iglesia, a pesar de todo, es Madre, la madre que nos ofrece el regalo más grande: la fe en Jesucristo y el amor de Dios.

Don Elías es un gran maestro, porque es un gran discípulo. Hasta hace poco iba a cualquier conferencia con su cuaderno y su bolígrafo, mientras otros, que no sabemos nada a su lado, íbamos con las manos en los bolsillos. Muchas veces, tras terminar una ponencia, pedía la palabra, con una delicadeza y humildad admirables. Solía decir: "yo no he estudiado suficientemente este tema, pero creo que..."; "quizá este equivocado, pero quisiera decir que...".

Tuve la ocasión de encontrarme con él en tres o cuatro ocasiones, después de su jubilación como Arzobispo de Zaragoza. Cambió a raíz de ese momento. Me dijo una vez: ¡Qué bien estoy sin tener que tomar decisiones que afectan a la vida de tantas personas! El yugo de la responsabilidad le pesaba y, cuando se lo quitaron de sus hombros, pudimos disfrutar de un don Elías relajado, desenfadado e incluso divertido (a su modo y sin exagerar).

Esto y mucho, muchísimo más, es Don Elías. Nunca se aprendió mi nombre; pero su palabra, su estilo y su forma de ser han marcado mi vida (y la de tantas personas) para bien.

FELICIDADES DON ELÍAS. ¡GRACIAS A DIOS Y A USTED!

miércoles, 7 de febrero de 2018

50 años y 1 día

Ha terminado este día especial y vienen a mi memoria estas palabras de Jesús: TODO EL QUE POR MÍ DEJA CASA, HERMANOS O HERMANAS, PADRE O MADRE, HIJOS O TIERRAS, RECIBIRÁ CIEN VECES MÁS Y HEREDARÁ LA VIDA ETERNA.

Gracias a Dios, en estos 50 años he renunciado a formar una familia, pero soy familia cercana de muchas familias; me siento inmensamente querido y quiero a rabiar a muchas personas.

Gracias a Dios, en estos 50 años he renunciado a decidir el lugar donde vivir y trabajar. Y en cada destino, Dios me ha despertado capacidades dormidas y ha hecho el milagro de convertir desconocidos en prójimos y prójimos en buenos amigos.

Gracias a Dios, en estos 50 años he renunciado a un buen sueldo y soy tan rico que hasta puedo compartir.

A veces no ha sido fácil y en ocasiones he sido muy torpe; pero DIOS NO SE DEJADO GANAR EN GENEROSIDAD. Las palabras de Jesús se han cumplido en mí. He recibido cien mil veces más. Por eso, miro con esperanza el futuro, espero gozar un día de la vida eterna y siento una inmensa gratitud a la vida, a ti y a Dios.

viernes, 5 de enero de 2018

Los Reyes de mi infancia

En esta noche de Reyes me gusta disfrutar con los niños y recordar vivencias de la infancia.

Mis reyes no tenían buenas "entendederas". Un año les pedí una batería y ellos me trajeron un tambor. Al año siguiente, les expliqué que una batería es algo más que un tambor y detallé los elementos que componen una batería: 4 tambores de distintas tamaños, dos platillos, dos palillos, un pedal... Pero me volvieron a traer un tambor.

Mis reyes llegaban a casa (la más alta de Sesa, en la calle El Castillo), después de recorrer las de casi todos mis amigos. Y así sucedía casi siempre que, al llegar a nuestro balcón, el geyperman y otros juguetes ya los habían agotado.

Mis reyes tenían una buena embajadora, que se encargaba de explicarme una y otra vez que podía ser muy feliz, aunque no tuviera los mismos juguetes que otros niños.

Mis reyes eran pobres en juguetes, pero ricos, muy ricos en amor. Y cuando lo recuerdo, doy a gracias a Dios, porque tuve y sigo teniendo reyes que siempre me regalan lo que más necesito para ser feliz.

Ojalá esta noche tengas corazón de niño y recibas tus regalos con mucho amor. Y si te toca ayudar a los Reyes, no te olvides de envolver en amor cada regalo.

viernes, 17 de noviembre de 2017

Querida Cataluña (Cardenal Fernando Sebastián)

Después de pensar mucho, escribir alguna cosa, de discutir sobre el tema del "proces", me encontré con esta reflexión del Cardenal Fernando Sebastián, que suscribo de la cruz a la raya. Dice:

Soy aragonés, pero he vivido quince años en Cataluña. Vic, Solsona, Valls. Es decir, Barcelona, Lérida y Tarragona. Conozco un poco Cataluña y a los catalanes. Tengo familiares y amigos en Cataluña. Leo literatura catalana. A mis 19 años, hice mi tesis de Filosofía sobre la antropología de Ramón Llull (tema apasionante, ¿no?).

Quiero decir que mis palabras son fruto del amor, del buen deseo y, también, del dolor. No pretendo hablar desde posiciones políticas, casi ni eclesiales, me basta con hablar humanamente, cívicamente, sinceramente.

Entiendo que la crisis actual es, en un primer plano, política, y debe ser tratada políticamente. Nos encontramos ante una verdadera insurrección institucional, dirigida desde el poder político, acompañada y potenciada desde abajo por un fuerte sentimiento popular muy difundido, previamente cultivado.

Muchos catalanes, jóvenes y adultos, están convencidos de que les conviene separarse de España. Piensan que les estamos maltratando y esta discriminación negativa les da derecho a la secesión. Ellos lo viven como un derecho a la defensa propia. Se lo han enseñado así durante treinta años.

No es verdad que el independentismo haya comenzado ahora como consecuencia de una cierta frustración democrática. El nacionalismo independentista comenzó a finales del siglo XIX, durante la Primera República, con Almirall, Guimerá, la Lliga Regionalista y las Bases de Manresa. Con el apoyo de algunos ilustres eclesiásticos. Eran los tiempos de la industrialización y de la Renaixença cultural.

Los nacionalismos, todos los nacionalismos, tienen un fondo de protesta, es como el hijo mayor que se va de casa dando un portazo. Se van porque se ven maltratados, no se sienten queridos. Pero a veces no se ven queridos porque antes han sido egoístas, porque han creído que tienen más derechos que los demás, porque no están conformes con lo que reciben en casa, aunque estén recibiendo lo mismo, y a veces más que los demás. El nacionalismo es siempre victimista, pero es victimista porque antes, y más profundamente, es egoísta, se cree más que los demás y quiere más que los demás. Es egoísta e insolidario. Pretende estar solo para vivir mejor.

El nacionalismo es ruptura. Se quiera o no, desgarra el tejido social, enfrenta a las personas, divide las familias. Por eso, solo es legítimo y moralmente aceptable cuando resulta ser el único remedio contra graves injusticias colectivas, de dominación o discriminación. Aquí se habla de 500 años de convivencia. Pero son más. Cataluña formó parte no del Reino de Aragón, pero sí de la Corona de Aragón, con el rey Ramiro de Aragón y el conde Ramón Berenguer, desde el siglo XII.

La gente iba y venía, compraba y vendía, se casaban y se ayudaban en lo que podían. Luego vino la unidad de los Reyes Católicos. A Fernando le gustaba mucho estar en Barcelona. Y, en la época moderna, las relaciones de todas clases se han intensificado hasta borrar las fronteras étnicas y las diferencias idealistas. Los catalanes están y negocian por todas partes. Y en Cataluña hay españoles de todos los lugares de España.

Poco a poco hemos ido construyendo una sociedad común, con una identidad. común, también con diferencias, pero con un gran patrimonio común, favorecida por las capas más profundas de nuestra cultura. Territorio, romanización, cristianismo, reconquista cristiana, unificación política, defensa contra las ambiciones napoleónicas, lucha contra las revoluciones y dominios marxistas. Venir ahora a hablarnos del derecho de autodeterminación es vivir en otro mundo. O no querer enterarse de lo que uno tiene a su alrededor. Tenemos que vivir en la realidad, no en la burbuja de nuestras fantasías.

Durante el período democrático, con el Estado de las Autonomías, el nacionalismo catalán ha aprovechado las competencias recibidas para construir la «estructura nacional», como decía Jordi Pujol ya en 1980. Y han intentado construirlo con tenacidad.

Aprovechando con habilidad la debilidad de los gobiernos centrales. Poco a poco, ladrillo a ladrillo, han ido reuniendo los materiales que necesitaban. Y los gobiernos del Estado no tenían más remedio que ceder y pactar para poder gobernar. Habría que revisar muchas cosas. La raíz política del mal está en nuestra misma legislación.

Pero, ahora, el problema no es únicamente político. A lo largo de estos años de vida democrática se ha convertido en un problema social y cultural. Esta ampliación cultural del independentismo ha venido por dos cauces: la educación y los medios de comunicación, dirigidos y manipulados desde el poder autonómico.

Y algo tiene que ver también en todo esto la descristianización galopante que está sufriendo Cataluña en estos años. El independentismo descristianiza y la descristianización favorece el independentismo. No valen las argumentaciones ideológicas. Hay que atenerse a la realidad.

Curar también el espíritu. Si esto es verdad -yo así lo creo-, la crisis actual no se podrá resolver solo desde las instancias políticas: hará falta una cura espiritual, cultural. Serán necesarios bastantes años de buenas relaciones y de buen gobierno, con claridad y paciencia, para convencer a los catalanes separatistas de que les queremos, de que pueden estar bien en España, de que no les robamos ni despreciamos su lengua, que es también nuestra, ni sus tradiciones, ni sus innegables valores.

En el resto de España también habrá que cambiar ciertas actitudes centralistas, demasiado elementales, que confunden lo español con lo castellano o con lo que se hace «en toda tierra de garbanzos». Cataluña es España y España es también Cataluña. Pero ahora, hay demasiada gente que no lo ve ni lo siente así. Modificar un sentimiento socializado cuesta una generación, yendo las cosas bien.

Entiendo que ahora, durante un tiempo, Cataluña necesitaría un período de tranquilidad, en el que se multipliquen los contactos, los encuentros, las explicaciones, todas las atenciones posibles que sean justas y razonables, que vayan sanando la mentalidad social y cultural de los catalanes en lo referente a sus relaciones con el resto de España.

Para lo cual se requiere un cambio profundo en varios puntos:

– catalanes y no catalanes tenemos que convencernos de que nadie es ni más ni menos que los demás ciudadanos españoles;

– en Cataluña tendrán que ver que están recibiendo un trato justo, normal, sin discriminaciones, pero también sin privilegios;

– y esto tiene que ir entrando en la sociedad catalana desde una enseñanza objetiva, imparcial, no manipulada, y con unos medios de comunicación igualmente objetivos, no sectarios, ni subvencionados ni teledirigidos.

Si no se hace esto, o algo parecido, se haga ahora lo que se haga, dentro de pocos años volveremos a estar en las mismas. Los catalanes son tenaces y muy amantes de sus cosas. Y tienen todo el derecho del mundo. Me asustan un poco los melindres democráticos de algunos políticos que quieren una intervención reducida y cortita. Habrá que hacer lo que sea necesario. ¿O no? Esta crisis es una gran oportunidad histórica. No podemos perderla.

Cómo se puede y se debe hacer algo de todo esto es ya una cuestión práctica, política, en la que prefiero no entrar.

Termino diciendo a mis amigos catalanes, a todos los catalanes: os quiero, os llevo en mi corazón, sois parte de mi vida. Rezo por vosotros. Quedaos en casa, estaréis mejor. Estaremos todos mejor.

✠ Cardenal Fernando Sebastián Aguilar, CMF
Arzobispo emérito de Pamplona y Tudela

domingo, 29 de enero de 2017

Mensajes ofensivos contra la familia Bosé

Si mal me parecieron los mensajes ofensivos por la muerte de un torero, muy mal me parecen lo que estos días podemos estamos leyendo con motivo de la muerte de Bimba Bosé.

Es una pena que todavía haya tanta gente que valore más sus ideas que la dignidad de merece toda persona humana.

Y como sacerdote, me gustaría decir dos cosas:

1. Dios, como el mejor padre, como la mejor madre, ama a todos sus hijas e hijos, tengamos los gustos que tengamos, hagamos lo que hagamos, digamos lo que digamos, seamos como seamos. Nos abraza a todos con infinita ternura y a todos nos señala caminos de superación, para que seamos felices, plenamente felices.

2. Decir que una persona ha muerto a causa de sus pecados es tomar el nombre de Dios en vano (segundo mandamiento), es utilizar a Dios para hacer daño. No sólo han hablado mal de Bimba Bosé; han hablado mal de Dios, al que teóricamente defienden.

Qué Dios dé a Bimba Bosé la paz, a su familia consuelo, y a todos un poquito de respeto y humanidad.

viernes, 28 de octubre de 2016

¿Por qué sufrimos? Reflexiones desde el Antiguo y el Nuevo Testamento

Una de las experiencias que más hace pensar, tanto a creyentes como a no creyentes, es el sufrimiento, propio y ajeno.  Ante esta realidad, nos preguntamos: ¿por qué?

Para tratar de encontrar alguna respuesta a esta cuestión tan honda y tan humana, tenemos que distinguir, al menos, cuatro tipos de sufrimiento:

1. Hay sufrimientos que nos los causamos nosotros mismos: no cuidamos nuestra salud y caemos enfermos; damos rienda suelta al egoísmo, a la envidia, al rencor… y sufrimos. En cierto sentido, aquí se cumple aquello de que “en el pecado se lleva la penitencia”.

2. Algunos sufrimientos nos vienen de fuera. Sufrimos a causa de las injusticias que hay en el mundo y por culpa de personas que, voluntaria o involuntariamente, insultan, pegan, desprecian, injurian, matan...  

3. Otros sufrimientos son producto de factores que no podemos controlar, de la mala suerte: una caída tonta puede causar un daño irreparable, un joven deportista enferma de cáncer, un accidente de carretera, un terremoto…

4. Finalmente, hay sufrimientos que asumimos voluntariamente para favorecer a los demás: los padres sacrifican mucho, a veces con dolor, por amor a los hijos; hay personas que son capaces de asumir enormes privaciones, incluso la muerte, para construir un mundo mejor. El ejemplo más claro es Jesús, que sufre por amor, para instaurar en este mundo el Reino de Dios: la paz, la justicia, la fraternidad…

Hemos dado algunas respuestas a la pregunta original: ¿Por qué sufrimos? Aunque son claramente insuficientes, nos pueden ayudar a reconocer las fuentes de nuestro sufrimiento, a disminuirlo o a asumirlo.

Pero, no quedamos satisfechos. Queremos ahondar más y nos preguntamos: ¿por qué hacemos lo que nos perjudica? ¿por qué hacemos daño a los demás? ¿por qué somos tan débiles que un mal paso nos puede lastimar? ¿por qué hay que sufrir tanto para mejorar el mundo?

Los creyentes, también los cristianos, dirigimos a Dios estas preguntas, a veces con serenidad, otras veces con rabia: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué nos abandonas en la duda, en el miedo, en la impotencia? ¿Por qué te callas, Dios, por qué te callas delante de la injusticia? ¿No te importan los hijos que engendraste? ¿No te importa tu Nombre? (De las Siete Palabras de Pedro Casaldáliga).

En el fondo, creemos que sufrimos por culpa de Dios: porque Él nos manda sufrimientos, porque los permite, porque nos ha creado demasiado frágiles, porque ha hecho un planeta que tiene poco de paraíso…


Acudimos a la Palabra de Dios y encontramos nuevas respuestas:

1. El libro de Job nos enseña que el sufrimiento es un misterio tan grande que nunca podremos comprender del todo; como no podemos comprender completamente la personalidad de una persona o el misterio de la vida.  Es significativo que el diálogo que mantiene Job con Dios termine con estas palabras: hablé de cosas que ignoraba, de maravillas que superan mi comprensión (Jb 43,2).

2. El libro de Job nos dice claramente que el mal y el sufrimiento no son un castigo de Dios a las personas que pecan. Los amigos de Job quieren convencerlo de que sufre a causa de sus pecados: ¿Recuerdas a un inocente destruido? ¿Has visto a los justos exterminados? Yo he visto que quienes labran maldad y siembran desgracia, las cosechan. (Jb 4,7-8). Al final, Dios mismo reprende a los amigos de Job porque no han hablado bien de Dios (Jb 42,7), porque le echan la culpa de los sufrimientos de Job.

Esta misma idea la encontramos en el Nuevo Testamento. Por ejemplo en Juan 9 1: Al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó: este o sus padres, para que naciera ciego?». Jesús contestó: «Ni este pecó ni sus padres».

Por tanto, nunca debemos decir: “Dios te ha castigado” o “Dios me ha castigado”. Podemos cometer una gran injusticia contra el que sufre o contra Dios.

3. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo dejan claro que Dios está cerca del que sufre. Permite el sufrimiento, pero está cerca del que lo padece.

En Éxodo 3,7-8, dice Dios: He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos. He bajado a librarlo de los egipcios.

En Deuteronomio 10,17-19 leemos:  el Señor, vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, el Dios grande, fuerte y terrible, que no es parcial ni acepta soborno, que hace justicia al huérfano y a la viuda, y que ama al emigrante, dándole pan y vestido. "Amaréis al emigrante, porque emigrantes fuisteis en Egipto".

Jesús, el Hijo de Dios, en el Nuevo Testamento nos muestra que el amor de Dios está dirigido a todos, pero especialmente a los que más sufren. Jesús acoge a los pecadores y come con ellos (Lc 15,2). Está cerca de mujeres y niños, especialmente de viudas y huérfanos, tan vulnerables; de los excluidos por lepra y de todos los enfermos; de los odiados publicanos y de las despreciadas prostitutas…

Para sentir esta cercanía de Dios no hay mejor camino que la oración. Presentar a Dios el dolor de nuestro corazón y el sufrimiento de los hermanos, con toda sinceridad, sin ocultar ningún sentimiento, nos ayuda a alcanzar la paz y la esperanza, que con tanta facilidad perdemos en los peores momentos.

4. Por tanto, la respuesta de Jesús (y de Dios Padre) ante el mal que sufren tantas personas no son palabras; es un compromiso de estar cerca y aliviar a quien sufre. Es la actitud de Jesús y debe ser la actitud de todos los cristianos.

Mirando a Jesús aprendemos que Dios no es la causa de nuestros sufrimientos. Es el que está a nuestro lado, compartiendo nuestro dolor, luchando contra el pecado, el mal y todo lo que nos hace sufrir.

Jesús nos invita a salir de la espiral de violencia, que tanto sufrimiento provoca, y a asumir un nuevo estilo de vida: Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor (Mt 20,25-26).

Es más, no podremos encontrar a Dios si no lo buscamos también en aquellos que sufren hambre, sed, enfermedad, injusticia... Dios está en ellos: Tuve hambre y me disteis de comer, dice Jesús (cf. Mt 25, 31-46).

5. Ya el libro del Génesis nos dice que el bien es más fuerte que el mal, porque el bien procede de Dios y el mal no. No son dos fuerzas equilibradas. El bien es más fuerte, aunque a veces parezca lo contrario. Por tanto, hay esperanza.

También Jesús, con su vida, muerte y resurrección nos muestra que el amor es más grande que el dolor, y la vida más fuerte que la muerte. Algún día serán destruidos el mal, la mentira, el sufrimiento; sólo permanecerán el bien, la verdad, la alegría. Esta victoria es obra de Jesucristo, con su entrega total, y de las personas de buena voluntad de todos los tiempos que, a pesar de sus limitaciones y pecados, se dejan la piel amando y construyendo una humanidad más humana y más justa.

Entonces comprobaremos que ningún esfuerzo y ningún sacrificio hechos con amor, ni uno solo, ha caído en saco roto. Dios los ha recogido, bendecido y multiplicado. Entonces, sólo entonces, seremos plenamente felices, plenamente hermanos, plenamente hijas e hijos de Dios.

Jesucristo nos anima a ir haciendo realidad en esta tierra la vida nueva y eterna que nos espera junto a Dios Padre. Con su cercanía y su fuerza lo conseguiremos.

domingo, 10 de abril de 2016

La alegría del amor

Comparto algunos subrayados de la reciente EXHORTACIÓN SOBRE LA FAMILIA, del Papa FRANCISCO, para despertar el apetito de leerla entera.
Con esta Exhotación Apostólica, Francisco no va a contentar del todo a nadie, pero a todos nos puede hacer bien, a poco abiertos que estemos.
Es más, me atrevo a decir que puede convertirse en el documento pontificio que haga un mayor bien a personas y familias, por sus contenidos claros, concretos, prácticos...

AMOR Y MATRIMONIO
67. El Concilio Ecuménico Vaticano II definió el matrimonio como comunidad de vida y de amor, poniendo el amor en el centro de la familia [...] El “verdadero amor entre marido y mujer” implica la entrega mutua, incluye e integra la dimensión sexual y la afectividad, conformemente al designio divino (cf. 48-49).